Una sociedad narcotizada

Si miramos al pasado más reciente, podremos observar el enorme cambio que se ha producido en nuestra sociedad. Los cambios son consustanciales a la evolución humana y habitualmente cuando nos referimos a el siempre parece tener un sentido positivo de progreso, mejora en las condiciones de vidas de las personas, mayor nivel de satisfacción, etc.
Pero cuando miró a mi alrededor, en las actuales circunstancias, no puedo por menos que quedarme profundamente entristecido de este «cambio» producido en nuestra sociedad. Basta mirar en cualquier dirección y no vemos más que desencanto, tristeza, indignación y lo que más me estremece, una pasividad lacerante.

Hemos construido, a través de las palabras y los sentimientos, una realidad que ha derivado en una Pasividad en la que aceptamos las actitudes más corruptas, falta de ética, de honradez y de integridad, no sólo de una clase política en descomposición total sino de los mal llamados líderes empresariales y financieros.

Cuando se habla de estos cambios en los últimos años estoy más cerca de aquellos que lo denuncia como una Gran Estafa que de aquellos que lo adornan como una necesaria «consolidación de excesos del pasado por parte de los ciudadanos» o también » una vuelta al sentido común». ¡ Que gran poder el de la palabra que puede convertir el acto más ruin en un gesto de grandeza!.

Analizamos que ha pasado en este país en estos últimos años. Veníamos de una etapa de crecimiento económico que aunque muchos la califican de exhuberante, la media de este crecimiento económico estaba en el entorno del 3% o 4%, lo cual siendo un crecimiento hoy envidiado, no deja de ser un valor medio del resto de las economías de nuestro entorno. Es verdad que nos centramos en un sector como el de la construcción muy cíclico y con excesos, pero ninguno de los ciudadanos establecimos esta política económica que estaba en manos de nuestros políticos, empresarios y sector financiero y a la que las llamadas de distintos economistas a parar la Música de la burbuja, fueron desoídas por todos ellos porque estaban demasiados ocupados en generar grandes beneficios y Bonus inmensos. Esto que acabó de decir puede ser tachado de demagógico y simplista, pero no deja de ser totalmente cierto.
Por otro lado todos aquellos derechos laborales conquistados a lo largo de muchos años y muchos esfuerzos por parte de millones de personas se han esfumado como por arte de magia. Magia legal aplicada con la condescendencia de la clase política y con la aún más incomprensible mudez de los llamados defensores de los trabajadores, o sea, los sindicatos. Como economista puedo estar de acuerdo con aquellos que defienden ese eufemismo llamado «flexibilidad» del mercado laboral, pero que en nuestro país se ha convertido en una herramienta afilada para cercenar y destruir millones de puestos de trabajos. Tanto la reforma laboral como otras leyes sólo han servido para a) reducir los puestos de trabajos indefinidos y b) para provocar una de las mayores bajadas de salarios jamás vista en nuestra historia, lo que ha provocado una sociedad cada vez más pobre y un número de parados de unas dimensiones escandalosas, que en cualquier circunstancia normal hubiese generado un estallido social de consecuencias inimaginables.
Sin embargo, la sociedad sigue completamente dormida y con una ausencia absoluta de capacidad de reacción y de crítica. Parece como si hubieran fumigado este país con Orfidal o Prozac y las gentes estén como zombies ausentes de la realidad que viven.

Otra de las cuestiones que me saca de quicio, es como las distintas elites, empresariales, financieras y políticas han justificado todo esta estafa colectiva que han endosado a este país. Había que ayudar a las entidades financieras, especialmente a unas cajas de ahorros cuya gestión en sus consejos han sido unos de los mayores atracos que se han generado a una sociedad y como no se podían dejar caer ( aún no se porque) nos dijeron que pedían un préstamo (rescate) para salvarnos a todos y que ese préstamo (por solidaridad) teníamos que pagarlos entre todos en los próximos 20 años. Y además que ese dinero sería devuelto por las entidades financieras cuando se recuperasen, y es que el engaño tiene límites insospechados y sólo nos demuestra hasta que punto estas elites nos consideran a los ciudadanos como unos auténticos «retrasados mentales». Aquí nadie va a devolver nada como siempre se ha hecho en la historia de este país ( si no ver los muchos casos de entidades quebradas especialmente en los 70 y los 80).

Y lo que ya te hace tirarte de los pelos es la corrupción generalizada en tantos estamentos de este país. Todos los casos que vamos conociendo ( y de aquellos que nunca sabremos) te hacen sentir como un ciudadano avergonzado de vivir en esta sociedad. No hay niveles de la sociedad que se salven, desde las instituciones relacionadas con la Corona, gobierno, oposición, sindicatos, empresarios, financieros, nada se salva, lo que me lleva a la conclusión de que estamos en un estado de desverguenza generalizada alarmante. Eso por no hablar del fraude fiscal o de el otro eufemismo, de elusion fiscal, donde un sistema legal permite que aquellos que por sus beneficios deberían tributar más, sean finalmente los que menos contribuyan a la salvación del país. Esto es insoportable porque denotan esa falta de liderazgo, entendiéndolo como la capacidad de servicio a los demás y como la inspiración para que todos le sigan y ese sentido de solidaridad con su comunidad, propia de sociedades desarrolladas con ciudadanos responsables y de conducta ética y moral intachable, y que, en definitiva, denotan el grado de desarrollo y bienestar de un país.

Sin embargo, la sociedad sigue dormida, narcotizada (Orfidalizada o Prozaclizada). Y yo me pregunto ¿hasta cuándo? ¿Qué tiene que pasar más para que reaccionemos? ¿A qué altura hemos puesto el listón?

Una sociedad desarrollada ( justa, solidaria, emocionalmente sana y con valores donde la meritocracia y el talento triunfan) se reconoce por la capacidad crítica de sus ciudadanos. Si vemos lo que esta pasando en este país, tendríamos que concluir que estamos en una fase de pre-subdesarrollo y que exige un esfuerzo colectivo de sus ciudadanos por recuperar conductas, comportamientos y actitudes muy diferentes de aquellas que he tratado anteriormente. Es imprescindible un cambio radical en la tolerancia mostrada hasta ahora, no podemos permitir más ataques a una sociedad que está en la UCI, porque si no se nos muere y con ellas todos nosotros. No quiere ser esto ni mucho menos un manifiesto al levantamiento popular, creo mucho más en la inteligencia, la determinación, la cultura y la capacidad crítica para combatir todo esta desfachatez que nos inunda, adornada con una gran mediocridad y una ausencia absoluta de ética y moral. Hemos visto, aunque sea anecdótico, de la fuerza que puede tener la razón en determinadas circunstancias (efecto Gamonal, la Marea Blanca en Madrid, etc) y esto nos debería invitar a reflexionar si debemos seguir en nuestras casas, con nuestra vida cómoda, con nuestros cerebros dormidos o bien empezamos de una puñetera vez a cambiar uno a uno, nuestra actitud ante toda esta barbaridad. Se que muchos decimos que esto no lo podemos cambiar cada uno de nosotros porque somos demasiados insignificantes ante tanto poder, pero con este discurso lo único que estamos haciendo es darle legitimidad a esta manera de hacer. Si que se puede, será lento y difícil, pero se puede. Comenzamos con nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo o de paro, en cada manifestación en la calle, en cada contacto, etc , y dejemos ya de reír la gracia a quien con su conducta nos ha llevado a esta situación. ¡ Despierta !

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